Una dieta y un estilo de vida hildegardianos mantienen los humores en equilibrio y el organismo sano.
Hildegard von Bingen vivió en el siglo XII como abadesa en el monasterio benedictino alemán de Rupertsberg. Fue una de las personalidades más importantes de la medicina monástica europea. Ya en su infancia tenía el don de la vista. Este don visionario le proporcionó un profundo conocimiento de las cosas en el sentido la participación en la sabiduría de Dios. Además de sus numerosos escritos teológicos, también describió los poderes curativos de la naturaleza y las causas y tratamientos de las enfermedades en 2 libros.
Hildegard von Bingen reconoció muy pronto la importancia elemental de una dieta sana para mantener la salud de las personas. Siempre vio a la persona en su totalidad como una unidad de cuerpo, mente y alma. Los pensamientos positivos proporcionan salud, construyen, promueven la curación. Los pensamientos negativos son destructivos y conducen a la enfermedad espiritual. Desde el principio, Hildegard apeló especialmente a la responsabilidad del individuo sobre sí mismo y su cuerpo. Una dieta y un estilo de vida hildegardianos mantienen los humores en equilibrio y el organismo sano. El ser humano, como criatura de Dios, está en el centro de un orden cósmico. Cada ser humano tiene una fuerza vital original inherente. Esta energía vital resulta del equilibrio de poder entre el alma, el cuerpo y el espíritu.
Hoy en día, seguimos produciendo a mano un gran número de remedios de Hildegard von Bingen según sus recetas. Como base para los vinos medicinales utilizamos los vinos medicinales originales: el vino de Málaga y el vino de Samos. La particularidad de estos vinos curativos es que son vinos de pasas digeribles y el dulzor natural de las pasas actúa como un caballo de batalla medicinal para que las sustancias activas de las plantas puedan ser absorbidas por el cuerpo más rápidamente y mejor.